Justamente, en ese país los inmigrantes ecuatorianos lograron que el ecuavóley obtuviera el reconocimiento de las autoridades.
“En España hay la Asociación Ecuatoriana de Ecuavóley y legalmente
reconocida por el gobierno español y es sorprendente que aquí, donde
nace el ecuavóley, no hayamos podido”, se lamenta el dirigente
Cartagena.
Incluso este deporte, recuerda, sirvió de tregua en medio de un viejo
conflicto territorial entre Ecuador y Perú. Entonces, soldados
ecuatorianos enseñaron a sus pares peruanos a jugar ecuavóley en la
frontera, alternándolo con el fútbol.
“Por mi experiencia, yo fui militar, y a nivel militar en la
frontera, en los destacamentos, se arman los partidos de ecuavóley entre
peruanos y ecuatorianos”, evoca Cartagena.
El voleibol criollo es junto al balompié la mayor pasión de obreros,
jubilados y transportistas, principalmente taxistas, a quienes puede
verse manoteando balones de fútbol sobre las elevadas redes en tardes
soleadas al sorbo de cerveza.
Cuando “logremos masificar el ecuavóley como actividad, de pronto va a
haber la misma afluencia de un partido de fútbol a uno de ecuavóley”,
prevé Cartagena.
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